lunes, 29 de diciembre de 2008

Sección de filosofía cotidiana



-Odio la Gripa, me la paso haciendo ruidos desagradables con la nariz y la boca todo el tiempo
-¿Estas agripado?
-(...) No, en realidad tengo la costumbre de hacer sonidos para molestar a los demás...


Díalogo entre un servidor y el gurú psíquico de la politica en la oficina

miércoles, 3 de diciembre de 2008

XIII.. la primer cruda de café 1992



Hubo un tiempo en el que yo creía que lo que decían los “viejos” de más de treinta años sobre muchas cosas de la vida eran en realidad una serie de pretextos para aparentar sus deficiencias, su falta de ganas ante la vida o cosas por el estilo.
La primera llamada a la lucidez ante la experiencia (método empírico puro) apareció del lado menos esperado, el deportivo. El principio del fin del optimismo juvenil -tenia yo 22 años y lo seguía conservando intacto- llegó con mi primer borrachera de cafeína y su consecuente resaca al día siguiente.
Por aquél entonces yo vivía en el quinto piso de un edificio de departamentos en Monterrey que teníamos casi completamente tomado los estudiantes, excepción hecha a la casa de la doña que en realidad funcionaba como fonda de donde obteníamos alimentos y el departamento de las Yummi girls, chavas semi profesionales que buscaban un galán de ingeniería que las mantuviera y que en el interín se acostaban por ganas o módicos precios con algún postulante, de donde todos los inquilinos obteníamos entretenimiento XXX.
El caso es que ahí viví unos cuantos años, rodeado de camardas y contrincantes, amigos y gente que aparentaba serlo. Pero sobre todo fue un tiempo de profundas enseñanzas que me mostraron, poco a poco, que la vidas sí podía ser como me la contaban los mentados mentores treintañeros.


En aquellos ayeres yo estaba en el mejor equipo de la liga intermedia del Tec, los Cimarrones, y nos encontrábamos a un paso de coronarnos campeones del circuito a fuerza de esfuerzo y buena dirección de nuestro coaches. Sin embargome transformé en personaje de uno de esos cuentos antiguos que comenzaban "por un clavo se perdió la herradura, por la herradura se perdió el caballo" and so go on.

El proverbial clavo de los Cimarrones fueron tres tazas de cafe veracruzano cargado a mas no poder. Bebidas en la sala de uno de mis mejores amigos, El Cha, de aquél edificio sobre Garza Sada y que provocó insominio, que a su vez me dejo débil, lo que a su vez me puso nervioso al punto de notarlo en mi cuerpo y....bueno el reino que perdimos en esa ocasión fue un campeonato.



Me explico. Yo no bebía nada que tuviera cafeína en sus componentes y mi amigo me dió un brebaje dulce, con leche y muy cargado llamado cafe en una taza de medio litro y no me pude resistir. A la tercera taza me encontraba en un estado alterado que nunca antes había experimentado, en el mas puro sentido de la expresión, y no pude dormir.

Al día suiguiente mientras me colcaba el equipo para el juego dentro de los vestidores sentia las piernas inseguras, el pulso acelarado, las manos débiles y frío en las articulaciones de todso el cuerpo, en especial de las manoss. Dentro de mi ignorancia no sabía que sufría una coffee hangover durísima. Durante todo el encuentro bajé mi nivel de juego normal, para empezar no tuve ni una sola captura del mariscal y mi lado se convirtió en contra de la costumbre de toda la temporada en el extremo débil de la línea defensiva de nuestro equipo y mi posición en la línea ofensiva se sostenía de milagro.
Sin embargo y a pesar de esto el juego fue muy cerrado, un jugador no es un equipo por lo menos no siempre. Los lobos nos hicieron daño pero al final del último cuarto estabamos dos puntos abajo en el marcador y casi anotando. Y entonces sucedió, el coach decidió a menos de dos minutos del final que ya estábamos del otro lado y me sacó del campo diciendo las palabras mágicas "puedes quitarte los shoulders", la temporada hasbia terminado para mí. Me quite el equipo de un jalón, me quede en fundas y hombloguera y empecé a tomar gatorade de naranja como loco. Cinco minutos después, ya frío y deesconcentrado escuché al mismo coach gritar "Banana sal ya, ¡chilango entra de inmediato que este guey está haciendo puras pendejadas!". El chilango era yo.
Entré al campo con el equipo a medio colocar y llegué tarde al Hall del equipo, no alcancé a escuchar las indicaciones y el único guey que pude agarrar no me dijo nada claro. Mi cruda de café estaba a todo, no sentía casi las piernas y las manos eran riachuelos de mercurio que corría helando desde mis palmas a los dedos.
Dieron la bola y ni eso pude saber bien, salí tarde y realicé una trampa hacía afuera creyendo que esa era la jugada...mi lugar quedó abierto y por ahí penetró el linebacker y atrapó atrás al quarterback. Fumble y perdimos la posesión de la pelota y el campeonato un una misma jugada. Todo gracias al éxtasis inesperado del café combinado con mi ignorancia juvenil.
¡Salud, con un capuccino!