lunes, 9 de diciembre de 2013

PUBLICADO EN LA SILLA ROTA.COM 06122013




Hace unas cuantas semanas el Baja International Film Festival arrancó con una película animada proveniente del sur del continente, la ya famosa Metegol (Campanella, 2013),  la cual inició así su exitoso paso por las pantallas de nuestro país.

La calidez y originalidad de la historia de esta película animada argentina me puso en la vía de una reflexión recurrente que me persigue desde hace años,  originada cuando me enteré que uno de mis programas favoritos, Los Simuladores, tendrían su versión mexicanizada. Esta reflexión es sencilla: a mi parecer México puede desplegar uno de los mejores niveles de producción técnica del mundo en cine y TV, por no mencionar la habilidad para comercializarlos y volverlos éxitos masivos internacionales, pero posee un tremendo déficit al momento de realizar  argumentos e historias novedosas.

Lo  que más me entristeció es que, cuando tuve oportunidad de presenciar los capítulos de Los Simuladores realizados en nuestro país pude constatar que apenas se había puesto esfuerzo en la adaptación de las historias y hasta en los chistes. Los gags criollos y el humor argentino apenas quedaban disfrazados al cambiar la acentuación y los términos de los diálogos de la “nueva”  serie televisiva restándole credibilidad y hasta la posibilidad de una  aportación creativa.

Como este caso existen muchos, muchísimos y cada año aumentan. Podemos seguir mencionando ejemplos de esta práctica de importación de ideas para tropicalizarlas a México por varias páginas. Películas, series de televisión como Cándido Pérez y Durmiendo con mi Jefe;  gran número de seriales tanto de Azteca como de Televisa son ideas compradas a argentinos, brasileños, españoles (Vecinos es el remake de una serie ibérica, por ejemplo) e incluso hemos llegado a la adaptación de soap operas de éxito angloparlante como es Gossip Girl, que se transformó en Gossip Girl Acapulco en un alarde  de maestría y creatividad de la titulación.

En lo personal me parecería más honesto que diéramos honor a quien honor merece, en otras palabras si vamos traer una idea o argumento de un producto mediático deberíamos traer el producto original, tal y como se hizo con la divertida serie gaucha Lalola o con la maravillosa y excelente  Cuéntame como pasó, que continúa su transmisión por Canal 22 los domingos a la noche. Esto daría variedad en la programación y obligaría a mejores producciones nacionales.

Pero la regla actual  de no arriesgar y traer fórmulas de otros para refriteralas países alcanza todos los ámbitos y géneros: en los realitys iniciamos con un Big Brother y ahora tenemos La Voz México por mencionar dos; en cine No eres tú, soy yo  es un buen ejemplo de esto (recuerdo que Eugenio Derbez decía que era 100% mexicana “olvidando” la procedencia del guión); otro ejemplo es Rebelde Way, como se llamó en Argentina, que dio como resultado una de las telenovelas juveniles más exitosas de la televisión mexicana, aunque en una versión mucho más light que la original y generando un fenómeno musical como lo fue RBD. Podemos terminar esta brevísima lista con la mención de Mujeres Asesinas, que no sólo hizo más mainstream las historias sino que descontextualizó la serie de libros que originaron la serie, bestsellers de investigación periodísticas de fuerte contenido sociológico en cada caso abordado.

Brasil, Inglaterra, Holanda, Estados Unidos, Argentina y España son los lugares de origen de un gran porcentaje de nuestra cultura mediática actual. No sólo vemos series y  películas originales en versiones  dobladas, sino que además tenemos muchísima producción de maquila en donde lo único que se hace es rehacer las ideas aportadas por creativos y escritores de otras latitudes.

Y esto no ocurre por falta de propuestas o de escritores jóvenes y consagrados con ideas atractivas que podrían aportar grandes personajes, interesantes y cautivadoras historias  o novedosos estilos de narración audiovisual. El asunto es que la industria mediática en México, en su gran mayoría, no apuesta por la novedad ni por el riesgo. No es por nada que nos hemos convertido en al paíspor antonomasia de la telenovela estilo cenicienta a pesar de gente como Reygadas, Del Toro, Luna, Amat Escalante, entre otros. Esto genera en creadores originales una coyuntura draconiana: no poder desarrollarse en México o tener que irse a otros lados para concretar sus guiones y sus talentos en el área audiovisual. 

Y no me malentiendan, no soy xenófobo mediático o algo parecido. De hecho esta columna tenía la intención original de hablar de Juan José Campanella, director argentino que admiro y disfruto, y su  maravilloso Metegol. Sé que en un mundo como el nuestro es imposible no estar conectado o tener influencias o referencias pero este problema va mucho más allá y le resta a México la posibilidad de contar su propia historia e identidad.

Para que tengamos claro el impacto de este hecho imagine usted a México como un mural de Diego Rivera o de Siqueiros, ahora tape todo con pintura de un solo color. Eso es lo que en cierto sentido ocurre cuando ignoramos a nuestros escritores y guionistas y no les damos cabida en las series, películas y telenovelas de nuestro país: perdemos capital cultural trascendente y es algo que no nos podemos permitir. 

Y es por esta razón que mi aportación se transformó en una queja personal.


martes, 26 de noviembre de 2013

Publicado en La Sillarota.com 22/11/13





Creo que antes de que usted siga leyendo debo realizar unas cuantas confesiones personales. Para mí el fenómeno de las mitologías surgidas de la cultura pop del siglo XX es un asunto serio, me encuentro fascinado por multitud de historias contadas en celuloide, papel impreso de colores o a blanco y negro, seriales de radio y producciones televisivas que tratan de mundos fantásticos, viajes a donde nadie llegó antes, guerras estelares y metahumanos de toda clase.


Para mí no es en balde el esfuerzo que han vertido importantes y significativos intelectuales de todo el mundo como Eco y Gubern, por mencionar sólo a dos de los más conocidos e importantes,  analizando las estructuras narrativas, los desarrollos estilísticos y el uso de los signos en este tipo de historias. Es, más bien, un valioso esfuerzo académico por entender el entorno de nuestras fantasías, las que siempre reflejan parte de nuestra realidad.

En otras palabras me encuentro a dos escalones de ser un Geek de la peor clase, fan del Dr. Who (¡felices 50 años!), de X-Men y tantos y tantos otros. Es por eso que a nivel personal me siento decepcionado y preocupado ante el resultado desplegado por Marvel Studios en sus últimas entregas, y en particular en Thor: The Dark World (Taylor y Gunn, 2013), en la que se retoman las aventuras de Odinson y su lucha contra el mal.

La cinta cuenta, como todas las realizadas en los proyectos derivados de las historietas de La Casa de las Ideas, con excelentes efectos audiovisuales. Constantemente vemos escenarios y luchas CGI que nos transportan  y nos sobrecogen, pero por desgracia parece que la cantera de buenas historias con las que arrancaron los creativos y directivos de Iron Man I (Favreau, 2008)  y II (Favreau y Branagh, 2010), Thor (Branagh y Whedon, 2011) The Incredible Hulk (Leterrier, 2008) y, siendo algo permisivos, The Avengers (Whedon, 2012) se encuentra al final de su veta.

Dark World nos narra el regreso del hijo favorito de Odín a los brazos de su amada Jane (siempre bella por ser encarnada por Natalie Portman) al tiempo que lucha por el destino de Midgard, es decir nosotros en la tierra,  contra Malekith el rey de los elfos oscuros al tiempo que debe forjar una alianza incómoda y riesgosa con su medio hermano, Loky (interpretado por Tom Hiddleston).

Y aquí es donde tengo que retomar mi advertencia del más arriba. Como seguidor y entusiasta de este tipo de películas y narrativas me parece injusto con la audiencia que no se mantenga un nivel mínimo de calidad en la historia, que los personajes caigan rápidamente en clichés y las situaciones sean por demás previsibles y hasta aburridas.

Por desgracia es la tecnología y no la historia o la profundidad de los personajes lo que sostiene a medias la película, siendo la única excepción el Loky que Hiddleston crea: un villano intrigante, bipolar y malvado sin caer en la simpleza absurda, que se roba la película a pesar de la belleza de Hemsworth y Portman o la presencia de Hopkins como Odín.

 El empuje de más casi seis años mostrado por Marvel Studios en la recreación de sus  personajes en la pantalla grande aparentemente está llegando a un punto muerto. Una situación que se fue desarrollando con las entregas de Captain America: The First Avenger (Johnston, 2011)   y Iron Man III (Black, 2013) y no ha hecho más que empeorar.

Lo peor, para los marvelitas fanáticos, es que esto se hace aún más evidente cuando la competencia ha logrado relanzar sus propios personajes icónicos en la pantalla de plata, en particular al caballero oscuro en su reciente trilogía.

La conclusión es que se deberá realizar un profundo y muy crítico trabajo dentro de Marvel, de los contrario no creo que los anunciados Guardians of the Galaxy, Captain America: Winter soldier y Avengers: Age of Ultron puedan lograr  algo más que confirmar la decadencia Marvel en el cine contemporáneo.

En cuanto a Thor…creo que ha llegado el momento de olvidarnos de representarlo como simplón, musculoso y combativo dios del trueno y empezar a explorar las excelentes historias que se han creado en papel a lo largos de los años en torno de él. De lo contrario el vengador asgardianano tendrá que colgar el martillo, justo como lo hace en una escena de Dark World, con el riesgo de que sea para siempre.


Final Cut
En esta semana que termina el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) lanzó la convocatoria para  la 56 Entrega del Ariel, a realizarse el año que entra. Me da gusto decir, que si no existen ninguna situación extraña, este año podemos contar con nominaciones variadas y con muchos productos de calidad en todas las categorías de la convocatoria.

Ésta entrega de los Arieles puede ser el punto donde  se dé un relevo generacional en muchos sentidos pero en especial en lo referente a directores y productores jóvenes que no caen en la tentación de facilona tradición del melodrama clásicamente mexicano, sino que toman riesgos y buscan marcar una diferencia, ojala así suceda.

@HigueraB

martes, 19 de noviembre de 2013

Sección de filosofía cotidiana

 "No se puede construir el futuro mirando mirando en el retrovisor hacia atrás, en el pasado..."

El entonces candidato presidencial del PRI en el segundo debate presidencial de 2012

sábado, 26 de octubre de 2013

Publicado en La Silla Rota.com 261012




Cuando  tenía quince años leí por primera vez El Hombre Ilustrado de Ray Bradbury  y quedé absolutamente asombrado cuando le llegó el turno a Caleidoscopio, cuento en el cual se describía  de forma maravillosa, sin grandilocuencias ni juicios, las reacciones de un grupo de astronautas cuyo cohete espacial  había sido destrozado por un meteorito, arrojándolos al espacio sin ninguna posibilidad de salvación. 

En nueve fascinantes y terribles páginas los personajes mostraban su lado humano desprovistos de máscaras: miedos, arrepentimientos, dudas, odios, amores y personalidades desbordadas se establecen como el verdadero drama, convirtiendo un accidente espacial en un simple marco para describir a la humanidad y la belleza u horror en que pueden transformar la vida.

El pasado viernes 18 de octubre se estrenó en nuestro país la cinta Gravedad, la cual había sido promocionada como la mejor película de ciencia ficción jamás realizada, la más reciente producción del miembro de la tequila gang que trabaja a nivel internacional, el Mexicano Alfonso Cuarón.

Al sentarme en la butaca y prepararme para ver  esta entrega del director que nos trajó Grandes Esperanzas (1998), Hijos del Hombre (2006) y Harry Potter y el prisionero de Azkaban (2004) me perdí en la incertidumbre. ¿Sería ésta película su consagración definitiva?, ¿superaría a los grandes que habían tocado el tema del espacio en le cine como Tarkovsky o Kubrick?, ¿lograría maravillarme como el cuento de mi adolescencia? Poco más de una hora y media después de esas cavilaciones me levanté de la butaca con sentimientos encontrados. 

Gravedad resultó una película con una excelente hechura en cuanto a fotografía (¿qué otra cosa se puede esperar del chivo Lubezky?), con un diseño de audio muy bueno y cuidado a pesar de las concesiones hollywoodezcas a la música ambiental y un diseño de producción de primer nivel pero que queda en deuda con el espectador de altas expectativas.

La historia, como admitió el mismo director en una rueda de prensa de la semana pasada, está plagada de imposibles y exageraciones, es una ficción salida de la mente de él mismo y de su hijo, por lo que no podemos esperar un drama humano realista sino un melodrama característico de las producciones del vecino del norte, con situaciones increíbles.

La historia gira en torno a los  astronautas Matt Kowalsky (George Clooney) y Ryan Stone (personificada por la hermosa Sandra Bullock), quienes quedan en la peor situación de aislamiento y peligro imaginable para un ser humano,  quienes buscan la manera de sobrevivir echando mano de todos los recursos posibles, sin importar la nacionalidad de las naves o estaciones que tiene que utilizar en esta lucha.

Aunque la historia se centra en el personaje de Bullock, Clooney y su caracterización de space cowboy se roban por completo la pantalla, al mostrarse como el verdadero héroe e inspiración para su compañera.

Por su parte, la actuación de Bullock recuerda demasiado a la que realizó en la cinta de 1995 La Red. En ambas ocasiones sus personajes no paraban de correr y parecían siempre a punto de la rendición ante situaciones imposibles de superar, para finalmente lograr encontrar fuerzas de la flaqueza. Este paso atrás en la actuación de Bullock es una lástima, pues tras  ganar el Oscar por The Blind Side (2009) no se esperaría volver a la actuación melodramática  semiplana que antes la caracterizaba.

En cuanto al manejo de cámaras y concepción visual,  Gravedad se encuentra en deuda con muchas películas de ciencia ficción espacial y Cuarón  no tiene ningún empacho en mostrar las diferentes referencias a películas clásicas del género, como 2001 (aunque en lugar de un humano no nato el usa a Sandra Bullock), lo cual no resta la magnificencia de las imágenes CGI ni lo complejo del manejo de cámara desplegado en muchos momentos.

También hay que mencionar que Gravedad consigue con creces  transmitir la sensación de profundo estrés y soledad a la que los personajes de la historia se enfrentan, logrando que el espectador quede en varias ocasiones al borde de su asiento ante las situaciones que se les  presentan y las decisiones que toman.

¿La mejor película de ciencia ficción de la historia?, en definitiva no es así pero si es una muy buena producción con excelentes efectos  visuales, una película que vale la pena ir a ver en cualquiera de sus versiones (HD, 3D, Imax y 4D). Sin embargo no recomiendo que nadie asista esperado algo parecido al cuento de Bradbury.

Es una lástima que la “cultura y preparación” de algunos compañeros en los medios le hayan robado cámara en las redes sociales (#PreguntoComoReporterodeAzteca) al estreno de Gravedad.

Final cut
Aún queda una semana de buen cine en Morelia. El 11º Festival Internacional de Cine de aquella ciudad termina hasta el próximo 27 y es casi una obligación asistir para todos aquellos que les gusta combinar el turismo con el buen cine.
eduardohiguerabonfil@gmail.com