martes, 15 de junio de 2010

XV....1978, recuerdos de una lluvia de papel

La televisión, como para casi todos en los útlimos 40 años, fue y es parte integral de mi vida. El balance acerca de ser una buena o mala parte es otra cosa y lo haré en otro lugar y momento, pero es innegable que mucha de mi historia ha sido acompañada por imágenes de la TV, chistes generacionales provenientes de ella y anécdotas de lo que ví o perdí de ver en algún momento. Tan fuerte y profunda ha sido su influencia que no dudo que es responsable, en parte, del campo de trabajo y estudio que elegí.

Sin embargo, al igual que otras cosas de la vida como el amor, el sexo o el odio, no supe reconocer en este primer encuentro memorable con el medio y el lugar como algo importante. Eso hasta el día que tuve la visión, gracias a la pantalla brillante de una TV de fayuca, de un lugar lleno de personas que cantaban y bailaban, y donde se producía una fabulosa e hipnótica lluvia de papel cayendo por todos lados que dejó casi completamente cubierto de confetti gigante el pasto verde donde unos tipos de azul y blanco y otros de naranja estaban parados.

No recuerdo más. Para ser honestos creo que los demás recuerdos, desde los nombres de Kempes y Fillol o la pena ajena que da México en cada mundial originada en esos años, son adiciones que yo coloqué en mis recuerdos años despues. Nada que ver con esta memoria de una imagen profética que señalaba de algún tempranero modo la importancia que ese país sudamericano tendría alguna vez en mi vida.
Por supuesto, esa lluvia de papel ocurrió el 25 de junio de 1978 en el estadio Monumental de Buenos Aires, durante la final del campeonato mundial de fútbol....lo demás ya lo saben y no tiene lugar aquí.