En los
últimos días se ha levantado una gran ola de celebración en los medios de
comunicación porque un mexicano ganó dos famosos premios como mejor director,
gracias a su película Gravity (2013).
Por supuesto que nos referimos a Alfonso Cuarón, quién en su última incursión
en el cine hollywoodense parece consolidarse para ser un competidor por el
Oscar de este año.
En muy
pocos días el director, su equipo y la obra han recibido Golden Globes,
Critic´s Choice Awards y un total de diez nominaciones a los premios de la academia
de ciencias cinematográficas de USA, entre las que destacan mejor dirección,
mejor fotografía y mejor actriz. Sume usted las nominaciones a los BAFTA
británicos y tenemos una película dirigida por un mexicano que se está llenando
de premios y gloria.
¿Y qué
tan benéfico es esto para nuestro país y sus cineastas?
Ya en
alguna ocasión, hace años, mencioné que me encontraba fascinado y aterrado al
mismo tiempo por el éxito que el pequeño grupo de directores mexicanos que los
medios bautizaron como el Tequila Gang,
antes de que Guillermo del Toro fundara la compañía del mismo nombre, pues me
parecía que su trabajo estaba haciendo mucho ruido y cosechando multitud de premios, pero que a la
larga el esquema basado en el star system no tendría mucha repercusión
en la situación real de la producción cinematográfica de México.
Y así
hemos visto que películas, nominaciones y premios de este grupo de directores van y vienen.
Por ejemplo, Biutiful (Iñarritu, 2010) logró premios en Cannes y en los Oscar
para Javier Bardem y nominaciones para su director para la Palma de Oro y como
mejor película en idioma extranjero en los Oscar, podemos agregar más de una
veintena de nominaciones y premios a nivel nacional e internacional.
En el
caso de Del Toro, mi favorito del grupo, su Laberinto
del Fauno (Del Toro, 2006) logró ganar la mejor cinematografía en el Oscar,
otorgada al mexicano y excelente cinefotógrafo Guillermo Navarro, mejor dirección de arte y mejor maquillaje,
así como muchas nominaciones más durante 2006 y 2007. Su última entrega, Titanes del Pacífico (Pacific
Rim, 2013), a pesar de la
espectacularidad y de que nos encantó a los geeks fans de los comics y
el manga, no logró colarse en los Oscar ni en las categorías de
animación o efectos especiales.
Sin
embargo, estos éxitos comerciales que celebran los medios en general han
ocultado a la vista de la gran mayoría de los mexicanos la magra
producción de filmes nacionales que
apenas roza las 100 películas durante 2013, en muchos casos en coproducción
extranjera mayoritaria o autofinanciadas, y los escasos 71 premios que recogieron de acuerdo
con lo reportado por IMCINE.
De esta
forma muy pocos saben o recuerdan que el director Amat Escalante ganó el premio
a mejor director en Cannes y fue nominado para la Palma de Oro, considerado por
muchos máximo galardón del cine mundial para un director. Tampoco hizo eco el
triunfo de La Jaula De Oro (Quemada-Díez, 2013) en Sao Paulo
y Mar del Plata o sus nominaciones al Goya, en España.
Y
podríamos seguir con la lista de películas que son hechas con oficio, tenacidad
y talento pero que nadie recuerda haber visto en cartelera o tan siquiera saber
que se realizaron y se lanzaron en nuestro país. Quizá es que los medios y la
audiencia de nuestro país preferimos fijarnos en melodramas espaciales,
monstruos fantásticos o videntes moribundos que son presentados por directores
que tiene un amplio espacio mediático, gracias a las taquillas abultadas y
premios glamorosos que han recibido.
Además
hay otro aspecto del que casi nadie habla, las exitosas películas del otrora Tequila Gang que hemos
mencionado cuentan con un indiscutible talento mexicano representado en sus directores mexicanos y a veces también en sus directores de fotografía.
Sin embargo, ninguna de esas películas son atribuibles a México, es decir los
premios que se reciben no los podemos pensar como premios logrados por nuestro
país.
Si
revisamos las fichas técnicas de Gravity,
Laberinto del Fauno y Biutuiful
podremos ver que casi todas las productoras involucradas, la gran mayoría del
crew, los estudios, una gran parte del talento de arte y técnico, y el
financiamiento proceden de Estados Unidos, España u otro lugar fuera del
territorio nacional.
No nos
equivoquemos, no soy un ultra nacionalista trasnochado que diga que tooodo
tiene que ser nacional en el cine, o no es válido. Tampoco crítico per se el hecho de que directores de
nuestro país realicen películas en Hollywood y ganen premios.
Lo que
me parece cuestionable es el estado que nuestro cine presenta, el poco
seguimiento mediático que tienen películas humanas que tratan de temas más
cercanos a nuestra realidad y la incapacidad que tenemos como audiencia para
darle un voto de confianza a las películas nacionales que entran a cartelera al
preferir siempre el éxito de moda sin importar que sea dirigido por mexicanos,
americanos, indios o suecos y obligando así a los distribuidores a retirarlas
por opciones más lucrativas.
La
verdad me tiene harto que los éxitos nacionales en cualquier actividad sean
efímeros y sin consecuencias. Y así tenemos UN premio Nobel de Química, pero no
mayor investigación científica; tenemos UN equipo Triki campeón mundial, pero
no hay más deporte ni una política nacional para fomentarlo; tenemos UN equipo
campeón en olimpiadas académicas, pero la educación en general es un desastre…y
así podemos seguir
El gran
problema con los premios de Gravity
es que, casi por seguro, no afectará positivamente a los creadores y
realizadores radicados en México y no será el gatillazo que impulse el
crecimiento de nuestro cine y de las videoartes. Tampoco ayudará a mejorar las
condiciones de cuasi censura que otros realizadores sufren o la falta de
verdaderos apoyos financieros
Y por
eso al ver las noticias de los premios de ésta realización me surge la pregunta, ¿otra
llamarada de petate?
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